viernes, 9 de marzo de 2012

Sobre un noble sacrificio

No tolerance for intolerance.

Seré breve.
Hoy día, se me antoja pensar, un hombre debería alzarse en pensamiento sobre la humanidad. Resolver elegir un grupo amplio de censores que vayan ejecutando a toda clase de calaña para limpiar un mundo y una estirpe podrida: asesinos en serie, violadores de menores, maltratadores de animales, políticos corruptos y sin moral, empresarios deshumanizados... 

¿Dónde estaría el límite? ¿Un asesino que se mueve por un trastorno mental merecería vivir si es tratado? ¿Y si el tratamiento no solo cohibe sus instintos malignos, sino que le convierten en una buena persona que se entrega a la sociedad? ¿Y si nos convertimos en asesinos por defender nuestra vida? ¿Serían los violadores de personas mayores menos culpables que los que violan a niños? 
¿Por qué se denuncia el maltrato a la mujer, y no el de los perros, el de caballos o el de cualquier animal que sirva a un fin económico para el hombre? De hecho, ¿por qué demonios tengo que pagar por la compañía de un animal? ¿Acaso pago por la compañía de una persona? Ignoremos a las señoritas de compañía y actividades bajo las sábanas, e ignoremos el gasto asociado de la cerveza de la tertulia, y no, no pagamos por la compañía de otra persona. ¿He de pagar tan solo porque tiene cuatro patas y no sabe hablar? En la mayoría de los casos, los gestos valen una media de dos mil palabras.
Políticos y empresarios movidos tan solo por la codicia que no son conscientes de las repercusiones de sus actos, de cuan lejos llegan. ¿Y si les hiciéramos sentir el dolor de cada persona tirada en la calle, desahuciada, o perjudicada de cualquier manera por ellos? ¿Y si ningún tratamiento del mundo, por caro que fuese, pudiese ser capaz de mitigar el agónico vacío que (espero) les causase esa sensación? ¿Y si resolvieran servir a la sociedad los primeros, y los segundos pecasen de honradez?
¿Que cambiaría? ¿Dejarían de fundirse los casquetes polares, y de alterar el mundo por completo?

Por supuesto, y antes de que venga el pseudo intelectual amigo de las vueltas a la tortilla, ese grupo de censores, una vez cumplida su palabra, debería no solo abandonar el cargo, sino suicidarse, pues aunque encomiable (su estulticia) no han hecho sino convertirse en aquello que han exterminado, y merecen serlo también. Si tan sólo el primer asesino fuese el último...

¿Crearíamos un mundo mejor? ¿Deberíamos incluso borrar las mentes de los supervivientes acerca del genocidio cometido para un bien mayor? ¿Cuánto tiempo duraría la utopía?

Os dejo con un pequeño vídeo, muy sencillo, algo diferente a lo que tengo acostumbrado a mis (hipotéticos) lectores, que ilustra el comienzo de esta revolución en Abraxa. Y os dejo con una pregunta, ¿cuántos hoy día se paran en su caminar para tender una mano a aquel que se ha caído y no puede seguir avanzado?