viernes, 9 de marzo de 2012

Sobre un noble sacrificio

No tolerance for intolerance.

Seré breve.
Hoy día, se me antoja pensar, un hombre debería alzarse en pensamiento sobre la humanidad. Resolver elegir un grupo amplio de censores que vayan ejecutando a toda clase de calaña para limpiar un mundo y una estirpe podrida: asesinos en serie, violadores de menores, maltratadores de animales, políticos corruptos y sin moral, empresarios deshumanizados... 

¿Dónde estaría el límite? ¿Un asesino que se mueve por un trastorno mental merecería vivir si es tratado? ¿Y si el tratamiento no solo cohibe sus instintos malignos, sino que le convierten en una buena persona que se entrega a la sociedad? ¿Y si nos convertimos en asesinos por defender nuestra vida? ¿Serían los violadores de personas mayores menos culpables que los que violan a niños? 
¿Por qué se denuncia el maltrato a la mujer, y no el de los perros, el de caballos o el de cualquier animal que sirva a un fin económico para el hombre? De hecho, ¿por qué demonios tengo que pagar por la compañía de un animal? ¿Acaso pago por la compañía de una persona? Ignoremos a las señoritas de compañía y actividades bajo las sábanas, e ignoremos el gasto asociado de la cerveza de la tertulia, y no, no pagamos por la compañía de otra persona. ¿He de pagar tan solo porque tiene cuatro patas y no sabe hablar? En la mayoría de los casos, los gestos valen una media de dos mil palabras.
Políticos y empresarios movidos tan solo por la codicia que no son conscientes de las repercusiones de sus actos, de cuan lejos llegan. ¿Y si les hiciéramos sentir el dolor de cada persona tirada en la calle, desahuciada, o perjudicada de cualquier manera por ellos? ¿Y si ningún tratamiento del mundo, por caro que fuese, pudiese ser capaz de mitigar el agónico vacío que (espero) les causase esa sensación? ¿Y si resolvieran servir a la sociedad los primeros, y los segundos pecasen de honradez?
¿Que cambiaría? ¿Dejarían de fundirse los casquetes polares, y de alterar el mundo por completo?

Por supuesto, y antes de que venga el pseudo intelectual amigo de las vueltas a la tortilla, ese grupo de censores, una vez cumplida su palabra, debería no solo abandonar el cargo, sino suicidarse, pues aunque encomiable (su estulticia) no han hecho sino convertirse en aquello que han exterminado, y merecen serlo también. Si tan sólo el primer asesino fuese el último...

¿Crearíamos un mundo mejor? ¿Deberíamos incluso borrar las mentes de los supervivientes acerca del genocidio cometido para un bien mayor? ¿Cuánto tiempo duraría la utopía?

Os dejo con un pequeño vídeo, muy sencillo, algo diferente a lo que tengo acostumbrado a mis (hipotéticos) lectores, que ilustra el comienzo de esta revolución en Abraxa. Y os dejo con una pregunta, ¿cuántos hoy día se paran en su caminar para tender una mano a aquel que se ha caído y no puede seguir avanzado?



domingo, 19 de febrero de 2012

[Anteriormente...]: El Teatro del Aviso de Incendio

Este ciclo pretende rescatar del olvido algunas viejas publicaciones de cuando aún llovía a través de los barrotes de mi celda; desde la que viera el avance sin piedad del asfalto y la tala de un pequeño bosque, desde la que viera tantísimas figuras alejarse por una carretera hacia el nunca más. Y la primera de todas ellas resulta El Teatro del Aviso de Incendio, un pequeño guiño a Jean Paul Marat.



El teatro está al completo, va a empezar otra función.
El público espera que le den la medicina.
Hoy la gente está impaciente, se levantará el telón.
Realidad y ficción están más cerca cada día.
–Pau Donés




– Pues claro que es así. Hazme caso... llevo mucho en esto como para que ahora... ¿eh? ¡Ah, si, perdón! Hola de nuevo. He aquí la publicación, cientos de sombras, pero solo un Hades para todas.

¿La imagen? Bueno, esta imagen tiene su historia. O no.
En ocasiones al mundo se le escapa un pedacito de información, desvelando una pizca de su gran complot, una pequeña estrategema urdida durante siglos para mantenerte al margen del destino de la vida. (No, no, no soy un rebelde sin causa, no me malinterpretes... aún). Así, la vida es una realidad inherente, pero adherida a la conciencia. Así, odias la muerte por instinto, por su adherencia manifiesta y patente de ser el final de la vida, una pequeña gran enemiga que secciona grácilmente tu fútil existencia con acierto milimetrado. Así, enemiga, la odias. Una linea que separa la vida de la muerte, no le das mayor crédito. ¿No escuchaste alguna vez acaso que al enemigo hay que darle de comer en la mano mientras lo abrazas con fuerza? ¿Que había que tenerlo, entonces, más cerca de lo que tienes al ser amado?
No va de amores, sino de un teatro. Cuando se abre el telón, por un instante se contempla parte del mundo al que no tienes acceso, menos en tus sueños. Aquellos trocitos de cristal congelados e incrustados en acero, aquellas gotas de sangre cristalizadas, vueltas inhertes a la acción del sentimiento humano, que se debaten inútilmente entre la vida y la muerte. Que triste. ¿Eres feliz así? Pues eso es tu ciudad. 

Mírala.

¿Que ves?

Mira al cielo, de noche. El manto que cubre y ahoga un grito en mitad de la noche y libra al asesino de su destino. ¿Destino? ¿Acaso lo hay para aquellos que burlan la vida? ¿Acaso se contempló el suicidio desde los inicios de la existencia como forma de autodestrucción de emergencia? No, un simple invento más. Uno de tantos. Como tantos carentes de sentido. No merece la pena suicidarse, siempre lo hace uno tarde. Ah, mi amado y tan vilmente odiado, mi amigo Emile Cioran, de quién para el que haber nacido no era más que un inconveniente. Pero volvamos al momento en el que la bala se aloja en el cerebro, en ese preciso instante en el que la aguja penetra en tu ego, el cuchillo en tu fosa ocular desgarrando aquello para lo que creías haber nacido: la vida. Fútil, pasa desapercibida en el Manto. ¿Y a qué actores acaso les importa?

Y por supuesto, tras el manto, tras el telón, existe un pequeño tramoyista al que nadie hace caso. Un tramoyista extraño, que nunca hablaba con nadie, al que una vez escuché llamar Demiurgo, pero ese nombre fue devorado por una llama Oscura. ¿No sabes quién todavía? Lo primero que vino a mi mente contemplando el cielo fue una imagen. Era una diosa, sin duda, aunque no sabría decirte cuál. Luego vi al Gran Magno de la Tierra deshaciéndose de un pedazo de su propia alma para abrir hueco a la comida que todavía tenía por engullir. Hazme caso, no suelo explicar. Volvamos. Desde entonces, nunca lo llamo. Aprendí que aquellos que no desean ser recordados no deben ser molestados. Un tramoyista saltarín y trapecista de la cuerda floja, sin duda, pero pirómano, solo para ver, como para el que los fuegos artificiales son reales. Los artificios inútiles de aquellos humanos a los que sirve, que no dejan de implosionar cada día, como pequeñas bombas lógicas, pero sin duda perdidas y carentes de consciencia. Y se ríe. Es irónico sin duda, que los juguetes de los niños no sean contemplados por los mayores. De hecho, más bien son ignorados. Han crecido demasiado como para seguir disfrutando, comprenden que los hilos no son suyos. Y a Él, nadie le hace sentir, tienen miedo de romper el cristal. Almas gritan desde el otro lado.

La ignorancia de quién se encuentra más allá de tus posibilidades. De quién es capaz de herirte con solo tocarte. De quién porta la máscara de una ilusión para tu seguridad. Sólo es una apariencia, ten cuidado, el diablo siempre protege a los suyos. Traiciones, que se ocultan seguras tras las espaldas de los esclavos, que hieren poco a poco y se adentran sin temor ni pausa, seguras de si mismas. Todo ello tejido con un manto de ilusiones de fina seda negra. Aquella seda negra que acabas de contemplar hace unos instantes. Pues no es más que eso, la verdadera consciencia no son más que breves instantes de subconsciente colectivo despertado. Y eso no deja de ser la existencia, un suspiro, un breve motivo al que nada le importa. Y siempre habrá un alfa, siempre una omega. Cuando los ruidos cesen, el Quinto llegará. ¿Vida? Desconocida. ¿Sueños? Quizá.

El sueño se extingue. La vela se apaga. El dueño del teatro ríe. A pesar de tener un teatro en llamas, nadie consigue verlas. No hay susto, pues.

Pero entonces se abre el telón, cuando ya nadie mira, no hay público, y da comienzo la función.

Un eje. Un sueño. Una ilusión.

Merece la pena quedarse a verlo. Si te gusta la noche. Y no precisamente por el campo de Baco, créeme.

Oh, tranquilos, no es más que una representación...
 

lunes, 23 de mayo de 2011

Entrevista a Cristina Mateo, ganadora de cosplay del Salón Manga de Jerez 2.011



Nos encontramos cara a cara con la que para muchos ha sido la estrella del Salón del Manga de Jerez en su XII edición, y vamos a intentar no quedarnos prendados por su rostro angelical. Algunos la conocéis ya por su nombre y la tenéis agregada al tuenti (y la acosáis, según nos confiesa), y otros la conoceréis simplemente por Shana, de The Legend of Dragoon o la "chica de las alas". Tras su paso por el recinto de IFECA, levantó una oleada de admiración y por ello queremos que nos responda a unas preguntillas que nos hagan conocerla un poco mejor. Además, estamos seguros que alguno de vosotros quería hacerle alguna pregunta sobre su disfraz.

Kad: Primera pregunta, ¿que opinas del existencialismo agnóstico de Heidegger?
Cristina: No tengo idea de qué es eso porque ya pasé Bachillerato hace tiempo y no me quiero acordar (se ríe).

K: Bueno, ahora en serio, el agnosticismo explicado mal pero rápidamente es la creencia en que no podemos conocer ni ver aquellas cosas "divinas". Pero todos te hemos visto ¿que parte de ti es parte realmente de un ángel?
C: Yo diría que ninguna. Me veo en el espejo y me veo como una persona normal y corriente, como cualquier otra.

K: Te hemos visto disparando con tu arco a muchos asistentes pero también dando besos de conejo a otros participantes. Dinos la verdad, ¿realmente eres buena o malvada?
C: Depende con quién sea, porque cuando me cabrean ¡soy muy muy mala! Pero normalmente soy buena y me porto bien.

K: Yo tuve la ocasión de verte entre bambalinas antes de salir a actuar y estabas muy pero que muy nerviosa, pero me consta que no es tu primera vez... ¿Que pasaba este año?
C: Lo mismo que todos los años, siempre estoy super, super nerviosa y con ganas de salir, porque siempre me entra el último miedo de "seguro que voy a subir y se me va a caer un trozo del traje o se me va a romper algo", y ésta vez pues si, se me cayó un trozo del traje (se me cayeron las hombreras) y no podía con los nervios, pero bueno. Después cuando subo al escenario siempre me relajo.

K: Sin embargo, en la recogida del premio te vimos muchísimo más relajada, tanto que tuviste tiempo de dar las gracias tanto a tu padre, como a los amigos, y a todos los que te aguantamos aguantaron... como una auténtica actriz recogiendo un Goya. Te quitaste un gran peso cuando te deshiciste del disfraz ¿no? Y no me refiero solo al peso físico...
C: Cuando ya fui al escenario y actué, y me quité la coraza, pensé "Mira, todo al carajo, es que ya me da igual todo", y me quedé muchísimo más relajada. Y cuando ya subí y me dijeron que todo el esfuerzo que había hecho y esos nueve meses habían merecido  la pena... pues fantástico, me encanta, a decir todo lo que se me ocurra.

K: ¿Cuáles han sido tus cosplays hasta el día de hoy?
C: Mi primero fue de Yuna, del Final Fantasy X, fuí una destroza-disfraces: iba con el pelo por aquí (se señala por debajo de los hombros, a medio antebrazo), gafas, sin ningún detalle en el traje, iba como una mierda. Fuí de Kairi del Kingdom Hearts 2, Ashe del Final Fantasy XII, Yuna del Final Fantasy X-2 con el traje de cantante, Vanille del Final Fantasy XIII, y este último.

K: ¿Por qué elegiste este disfraz en concreto entre todas las opciones?
C: Porque mi ex-novio era un coñazo con el Dragon Age... ¡uy, con el Dragon Age... que lio tengo yo de nombres, con el Legend of Dragoon! Y estuvo todo el verano dándome el coñazo de "Cristina juégalo, Cristina juégalo", Cristina le decía que no, Cristina se vició al final, se enamoró del juego de principio a fin y dijo "pues ya está, a hacer el traje".

K: ¿Y que pasó con el novio luego?
C: Eso es otra historia... muy triste (se ríe).

K: ¿Que vas a hacer con en el de este año? ¿Lo venderías en ebay para sacar dinero? ¿O terminará tu madre harta de guardar todos tus cosplays en casa?
C: Yo le digo a mi padre que voy a vender el traje y me pega una torta, me deshereda y se queda él con el traje. Así que se quedará en el desván, en una enorme caja que tenemos así de grande, que ya lo tenemos todo metido, para cuando quiera volver otra vez sufrir de hombros, que remedio.

K: Dijiste que tardaste nueve meses en hacerlo, ¿puedes contarnos un poco más la experiencia? Dónde lo hacías, en qué momentos, cuánto te ha salido en materiales, etc.
C: A ver, mas o menos en materiales (se ríe), unos cuatrocientos euros tirando por bajo, algo así, tal vez un poco más. Y me tiré nueve meses porque empecé en verano, también la época de exámenes, tuve que dejarlo, no había tiempo. Pero prácticamente era todos los meses, día si, día también con el maldito traje, y el maldito traje a la carrera. Me desmotivó un montón, estuve a punto de dejarlo varias veces porque es super desmotivador que estés tres meses trabajando y lo único que tengas es una maldita falda hecha. Y tú no le veas color al traje y pienses "estoy todos los días trabajando y no tengo absolutamente nada hecho". E incluso ya con la falda hecha, los guantes y las alas... de decir "mira papá, voy a dejarlo, porque es que no puedo". Y de mirarme mi padre como si me fuera a pegar una torta y decirme "venga Cristina, ponte a hacer la coraza, que no da tiempo". Usé el cuarto del ordenador, fue mi rincón privado, lo puse todo lleno de tiestos, mi madre se ha pasado un año entero diciéndome "niña recoge este cuarto"... el cuarto aún sigue desordenado todavía, aunque hayamos terminado. Eso y el patio, que el patio sigue todavía desordenado, sigue con el aerógrafo por ahí, un rotaflex, una dremmel (se ríe), los destornilladores... es que hemos usado de todo. En principio, la coraza por el lado iba atornillada, en vez de ir con correas, pero bueno. Usé para las alas, la coraza, la parte de las rodillas y el arco fibra de vidrio. El arco por ejemplo y las alas estaban rellenas de poliuteran... poliuretano, porque si no iba a pesar mucho si lo rellenaba de otra cosa y si lo dejaba hueco se iba a romper. Y lo demás utilicé moqueta para el suelo para los niños, de plástico, que es así blandita por un lado, plastiquito por otro... y es super cómodo.

[N. de K.: Una vez acabada la entrevista nos estuvo comentando algunos detalles más sobre la elaboración de su disfraz que me ha permitido también plasmar aquí.
Por ejemplo, cuando fue a hacerse la coraza probó con el mismo material que la falda, pero al ser la coraza tan pequeña no quedaba sitio suficiente para el correaje de las alas, así que fue ella la que le sugirió a su padre hacer el pecho en fibra de vidrio. Nos contó que cuando se trabaja con fibra de vidrio, primero hay que hacer el molde. Es un misterio cómo acabó ella con el moño, una camiseta de tirantes, en pleno invierno, con un plástico por todo el suelo, y luego con un albornoz y una bolsa de basura cubriendo el pecho, mientras su padre la cubría con tiras de tela mojadas en escayola, poniéndolas por encima al tiempo que evitaba que el perro se la comiese. La pobre pasó un mal rato de frío mientras el abnegado padre no podía más que coger un secador de pelo para acelerar el proceso de secado. Luego el frío dejó paso al miedo cuando, una vez seco, su padre cogió el rotaflex. Que padre más apañado, de tal palo tal astilla, parece.
También nos habló acerca del material de las alas. Primero se compró tela con la que se hacen las alas de hadas de los disfraces de los más peques, con boquetitos para simular la transparencia, pero esos mismos agujerillos dificultaban que cogiese color fácilmente. Luego fue a casa de su abuela y dejó a la pobre sin cortinas, pero tampoco las cortinas cogían bien el color. Esta vez fue su madre quién solucionó el asunto, dando con la fórmula que sería la idónea: una sábana, así de sencillo, y Cristina respiró aliviada.
Nos confesó aún muchos más secretos, como por ejemplo que el relieve de las botas está hecho con cable, pero si los revelamos todos sería algo aburrido, ¿no? Sigamos con la entrevista]

K: ¿Que nos contarías si te dijéramos que nos hablaras un poco de ti?
C: Te diría que casi nada me lo tomo en serio, siempre estoy de cachondeo. A menos que sea algo que diga "uh, uno se ha roto una pierna... po'bueno, pobrecito" y seguiré de cachondeo. Me gusta muchísimo todo lo dulce, todos los caramelos... siempre que me veas, me verás con una bolsa de caramelos en las manos, un helado o cualquier dulce. Soy muy friki, muy muy friki (se ríe), siempre llevo la PSP conmigo (se ríe aún más), y odio la playa (aquí se nos puso seria), la odio a muerte. Y no por el agüita, sino por la arena, que se te queda pegada, sales del agua y haces la croqueta, y cuando haces la croqueta tienes que volver a meterte en el agua y es un ciclo así repetitivo, y lo odio. Y no sé, ¿que mas te cuento? No me gusta maquillarme, porque al final siempre termino con el lápiz de ojo metido en el ojo, y duele, así que no es algo muy agradable. Me gusta ir en deportes, porque es cómodo y puedo pegarle a la gente (se ríe), y me encantan los videojuegos, sobre todo el Final Fantasy, desde el primero al último, menos el siete.

K: Entrando en lo personal, aunque ya nos has dicho algo parecido, pero para todos aquellos a los que has agregado a amigos en tuenti, la pregunta que no sé si muchos te habrán hecho pero,  ¿tienes novio? De ti depende ahora mismo que la entreviste continúe o acabe aquí (risas).
C: No tengo novio ahora mismo, lo tuve pero lo dejé en Enero. Y no, la verdad es que nadie me lo ha preguntado, he hablado con mucha gente pero esa pregunta así directamente nadie me la ha hecho.

K: Pues ya sabéis chicos, que empiece la caza...
C: Monster Hunter... la caza... siempre.

K: ¿A cuantas personas has hecho tus amigas en tuenti tras el Salón?
C: Perdí la cuenta hace mucho. Directamente cada día me metía en el tuenti, veía ocho, doce solicitudes de amistad, volvía a cargar, otras ocho y bueno, le he dado a todo el mundo que sí.

K: ¿A que te dedicas ahora, sigues estudiando o eres una de las afortunadas que no está en paro en estos días que corren?
C: Sigo estudiando. Estoy haciendo ahora las prácticas de empresa, porque he estado estudiando el Grado Superior de Programación, me vuelve loca todo eso. Y aún así cuando termine me quiero meter en un curso de Programación de 3D y de gráficos 3D.

K: ¿Que nos dirían tus padres si les preguntamos si le pones el mismo empeño a tus cosplays que a tus estudios?
C: (se rie) Que soy buena estudiante pero que soy mejor haciendo disfraces.

K: Para ir finalizando, vamos a volver de nuevo a tu cosplay. Hemos oído varios comentarios de la gente que dice que a la mínima oportunidad te ofreces para darles consejos sobre sus disfraces. Reza un viejo dicho oriental que el alumno ha de ser siempre superior al maestro. ¿Te consideras una experta cosplayer? ¿Has pensado en crear un blog o algo así, para aprovechar este tirón mediático del Salón y ofrecer a todos tus experiencias para que alcancen tu nivel?
C: La verdad, no me considero ni mucho menos una buena cosplayer. Siempre que me veo un traje me veo un fallo de aquí, veo un fallo por el otro lado, pero siempre me ofrezco porque lo he pasado muy mal buscando materiales, como hacer las cosas... siempre se me rompían. Entonces si yo he hecho una cosa y veo que se rompe, prefiero decírsela a los demás para que de esa manera no se les rompa y pueda arreglarlo. Lo del blog, si, lo tengo pensado, pero más que un blog, hacer una página web, por mi misma, diseñándola de cero, para poner mis disfraces y poner tutoriales para ayudar un poquito más a la gente.

K: Cada dos pasos, parada de 3 minutos, ¿constaste las fotos que te hicieron?
C: Empecé a contarlas, a la número quinientos paré, porque me aburría (se ríe).

K: He oído rumores de un club de fans, ¿qué opinas al respecto?
C: Que es todo mentira, porque yo veo por internet y lo único que hacen es criticarme y ponerme verde, decir que mi traje era una porquería, que no debería haber ganado. Así que yo a lo mío, yo tengo mi Xbox, he podido jugar, estoy con el Fable, y si tengo un grupo de fans pues... (se encoge de hombros) pues muy bien, que me da igual.

K: Entrando en la cuenta oficial del Salón en tuenti y revisando fotografías, cada pocos clicks te encuentras una foto tuya o alguien que habla de ti, y son 4 mil fotos, incluso más. Eres consciente que te has convertido en un pequeño mito, y se espera que el año que viene te superes a ti misma con otro cosplay aún mejor, ¿verdad? ¿Has tenido tiempo de pensar ya en algo o desde que saliste del Salón no has hecho más que jugar con la Kinect?
C: Si te digo que tengo ya cinco trajes preparados y no sé ninguno cual elegir. Ahora si, no voy a superarme, ni de coña, porque es que otros nueve meses no me tiro. Y la espalda ya me la he jodido bastante con el maldito traje, así que algo que sea cómodo, de telita, alguna armadura así bonita, a lo mejor de piernas, pero algo mucho mas ligero. ¡Por favor, quiero moverme, no quiero ir de lado, no me obliguéis otra vez a ir de lado, nooo!

K: Se nos acaba el tiempo, Cristina, ¿quieres decirnos algo más? ¿a los asistentes y aficionados? ¿al staff? ¿al que te tienes delante?
C: Quiero decir que hay muchos cosplayers que se me acercan y me dicen "no, yo es que no puedo hacer lo que tu has hecho, porque tú tienes mucha habilidad y yo no". Quiero decir que eso es mentira, que cuando yo hago un traje, hago una pieza, no me gusta, la rompo, y hasta que no son seis veces que hago la pieza no me convence. Lo único que hay que echarle es tiempo, muchas ganas, darle muchas vueltas... tener muchísimo tiempo, no decir la semana antes "no, me voy a hacer un traje de una armadura", porque no, tío, te va a quedar mal. Te paras un ratito, te coges tres meses antes y te pones a hacer la armadura y ya está. Y seguro, seguro que a cualquiera le queda bien.
Al staff le quiero decir que muchísimas gracias como ya dije, porque es que he subido otras veces al escenario pero nunca me han tratado tan bien, que fui a subir y me encontré con cuatro o seis manos para ayudarme y eso me conmovió un montón. Además iba por cualquier lado, me ayudaron a entrar, me sujetaron los toldos, fue increíble. Así que muchas gracias a todos.
Y a ti no te digo nada, por "saborío"
(se ríe).

 

Tiene madera de estrella esta chica, o como diría Goyo Jimenez, está hecha del material con el que se forjan los sueños. Se nos acaba el tiempo, así que nos despedimos ya de la ganadora de Cosplay del Salón del Manga de Jerez 2.011 y le deseamos todo lo mejor hasta que nos veamos de nuevo el Viernes de la 13ª edición del Salón (Con ese número, lloverá, seguro).

domingo, 22 de mayo de 2011

Llevan razón (por Concha Caballero)

[...]

Contra esta ruleta de la fortuna, de los privilegios, del secuestro de la política, han salido los jóvenes a la calle y han levantado un campamento de esperanza en nuestras calles. Hay quienes los miran con hostilidad. Son los que habían emprendido una campaña de desprestigio contra ellos, los que hace unos días le reprochaban su silencio, su apatía y su conformismo por no tomar parte en la revuelta conservadora de nuestro país. Ahora les llaman okupas, desharrapados y extremistas. Hay quienes les miran con miedo porque usan un lenguaje que no entienden, unas claves que desconocen. Otros, aun compartiendo sus argumentos, les miran con recelo porque creen que eso supone el suicidio de la izquierda o con paternalismo porque lo consideran electoralmente beneficioso. Son viejos tics de una vieja izquierda que no ha comprendido todavía que su único futuro consiste en su radical transformación.

Simplemente, nos habíamos acostumbrado a no escucharlos. Nos habíamos adaptado a escribir sus vidas con minúsculas y sus dramas con diminutivos. Habíamos convertido sus problemas en microhistorias personales, su desilusión en una parte de la intrahistoria familiar.
Les escuchábamos hablar de sus salarios de 400 euros; de empleos tan inestables que no les daba tiempo ni de conocer a los compañeros; de sus estudios y títulos convertidos en papel mojado. Les habíamos visto despedirse en los aeropuertos, con el alma encogida, convencidos de que aquí no hay esperanza ni futuro. Y, a pesar de eso, pensábamos que eran una nota a pie de página de la historia.

Les habíamos señalado con el dedo, convertidos en ni-nis para ocultar nuestro fracaso y ellos mismos acunaban el fantasma de la desilusión en la habitación prestada de sus padres. Ahora han decidido que su pequeña historia se escribe con mayúsculas, que sus problemas no son individuales y que no se resignan a la espiral infernal que reduce la democracia.

Han salido a la calle, acompañados de rejóvenes entusiasmados; se han sacudido a manotazos la culpabilidad o el miedo, y más que indignación producen una emoción parecida a la esperanza, a día por estrenar, a nuevos conocimientos que podemos aprender, a viejos vicios que podemos desterrar. A pesar de las fechas electorales, a pesar de las contradicciones y de los balbuceos, a pesar de los interrogantes que nos acechen.

En Madrid, en Granada, Barcelona o Sevilla, veo a los jóvenes empuñar una escoba para mantener limpia la acampada y huir de la imagen de botellona con que pretenden desprestigiarles. Miran la luna llena a través de los espacios rotos de una lona que apenas les cubre de la lluvia. Tienen una enorme tarea que hacer: barrer las mentiras repetidas, las ilusiones perdidas y los crímenes diminutos que amenazan nuestra democracia.

Concha Caballero, El País, 21/05/2011 

domingo, 10 de abril de 2011

Sobre la efimería de los paraísos...

Me he sentado a esperar, a ver brotar el sol que nazca de tu pecho.
Y he sabido que no eres Dios o Diablo, sólo una mujer de carne y hueso, ni tan solo un ángel caído... [...] diría aquel pequeño poeta que se las dá de músico.
Tan grande es el mundo, tan lleno de posibles y de retos, y con tantas mujeres lindas, tan llenas de rincones y secretos. Y aunque no me ames, el mundo está lleno de sorpresas.
Tuve un amor, ya tendré otros. O eso creía, pues camino solo desde que clarea el dia, armado de remiendos y de restos.

Derribarte no fue fácil –diría ella–. Tan siquiera quería. Derribar los muros que llevaban nuestra firma, menos aún. Aún sigo derribando las barreras de la propia conciencia traicionera. Pero no es eso realmente mi prueba, no es lo que me hará crecer. Hay más bajo la superficie marchita. Y no me pertenece. Girando la vista, nos deshacemos de la tristeza como de una lágrima inesperada, traicionera, la última antes del suspiro rejuvenecedor. Ese suspiro que nos hace contemplar el mundo con unos ojos nuevos. Ese mundo en que sabemos que volveremos a caer y a naufragar, y que nos traicionará, pero lo afrentamos con la valentía del peregrino: tan solo adelante, que el devenir en cada curva vendrá –tan sólo dejarse llevar–.

El amor es como al arte, una pequeña danza unísona interpretada a la serena perfección, mientras dure, por un par de almas. Que compartan el mundo o vivan a varios recuerdos y suspiros es solo una cuestión de lo bien que funcione el binomio y, a la inversa, de las palabras necesarias para saberse los pasos.
Como un parque cuyas hojas mojan el suelo, pero ninguna baila al viento gélido de la soledad ni se sigue meciendo de las ramas de aquel insólito árbol.

Muchas veces has de decir adiós sin desearlo, otras tantas agradeces un saludo como una sombra en Agosto. Anhelas las sombras en esos días en que se despiertan de primavera las flores, radiantes. Otros en cambio, que invitan a soñar – y a escribir–, llenos de gélida bruma cortante, dónde el río esparce su caudal con asombroso disimulo y el firmamento pinta de amenaza impresionista una lluvia paupérrima. 
Insólitos reencuentros llenan nuestro pecho, agrias despedidas nos abastecen de melancolía, y todo ello nos conforman al compás de Ortega, con un mundo que no hemos diseñado, y apenas comprendemos, pero que nos pertenece –o eso nos dicen–.

¡Tabernero! ¡Rellénelo!– no hacía falta gritar. Descontaba días como monedas en su bolsillo mientras coleccionaba arrugas como si fueran noches.

¿Cuando volverás a ti mismo, viejo soñador? ¿A caer presa de tus propias redes de pesca?
¿Cuando acaso comprenderá la quinta de la escala que el miedo no es sino el recelo a amar?
¿Y cuando volverá aquella versión madura de la inocencia a perder su propia moral para así reescribir sus viejas tablas? En este caso, quizá Hynose tenga algo que decirle a Ariadna.

Se busca ágil y demente barquero que lleve a buen puerto una cáscara de nuez. 
Un mar de dudas no me parece suficiente para no naufragar en ti.


jueves, 24 de marzo de 2011

Sol y... Luna


A veces sol, a veces luna, pero siempre deslumbrante.

En ocasiones un sol reconfortante, un incipiente rayo al alba que te saca de tu letargo, de tu hastío, al tiempo que renueva tu vitalidad y te colma con la fuerza y ganas para enfrentarte a un nuevo día en esta baldía Existencia. En otras, una melancólica, quebradiza y mística luna que te devuelve a tus ensoñaciones, a creer en lo imposible y ser capaz de acariciarlo, y a revivir los días de gloria pasada en los que eras el héroe de la película. Pero sea como fuere, siempre deslumbrante, desconcertante, siempre un jarro de agua fría, sacando de la rutina tus conexiones neuronales, olvidando lo perenne y haciéndote recordar lo volátil, y dándote la capacidad de moldear el éter al antojo de los caprichos.

A veces encarnas los peores temores de mi existencia, los miedos y arrepentimientos, si los hubiese realmente como tales. Se habló ayer de amor, y de temores y de confianza: Tememos equivocarnos, y tememos no hacer nada que nos induzca a error –hemos dejado de ser unos escépticos que no se conforman con ver y saber, que quieren fracasar para aprender–. Siempre, desde que recuerdo, he creído que lo único falso de la experiencia es su silencio, el único error la falta de errores, y la inacción el mayor pecado del que arrepentirse. A veces encaramos los miedos con el convencimiento de poder ganarlos, otras, sin embargo, nos sacuden cuando menos lo esperamos, cuando estamos con la guardia baja. Unas veces ganan ellos, otras los humillamos en el campo de batalla de nuestro interior de una manera tal que nunca vuelven a por una revancha. Y otras vienen encarnados en las personas que conocemos, que nos hacen enfrentarnos a ellos con miradas, palabras, situaciones y un sin fin de intercambios de información involuntarios. Y es una batalla que pocas veces tiene un final verdadero. Hemos de salir a buscar la Mentira para encontrarnos con la Verdad, o lo que es lo mismo, hemos de buscar la génesis de nuestro malestar, la raíz de nuestro miedo, y para ello necesitamos una claridad que solo el tiempo y la perspectiva nos suelen poder dar. Pocas veces tenemos la oportunidad de abrirnos tan sincera y profundamente a alguien en quien realmente confiemos como para hacerlo partícipe de los temores.
Pero es precisamente la simple voluntad de encarar aquello que nos hace débiles y la intención de convertir esa flaqueza en oportunidad la que nos insta a salir de las sábanas cada vez que abrimos los ojos otra vez. Ese anhelo de crear y de confiar.

A veces eres capaz de inyectarme ese anhelo, de darme esa energía para levantar grandes obras de cualquier solar, y de convertir un día de calor asfixiante en un día nublado en el que cualquier cosa podría salir del cielo.

Otras ocasiones, en cambio, me transportas a un mundo irreal, un mundo ético donde el bien y el mal son mesurables en un espacio mental, un mundo en el que el relativismo moral no tiene ha de ser, la venganza y la justicia son relativas hasta que te quitas tu propia venda, y los sentimientos van mutando hasta que decidimos quedarnos con ellos en una forma concreta, hasta que nuevamente los desechamos y esperamos unos nuevos. Es en este mundo dónde nos creamos a nosotros mismos, libres de las ataduras del tiempo, de los miedos, y de las responsabilidades, y al igual que en el material, un fino halo, una frágil celosía separa, en ocasiones, los deseos personales de las empresas públicas generales de la Humanidad. El mundo de las ideas –y los propios sentimientos–, dónde insuflamos vida verdadera a los conceptos abstractos que rigen nuestro propio devenir, y que son valores absolutos, pues no necesitan una acción que justifique su existencia; ese mundo de los domingos en los que la tristeza te embarga y sin embargo eres capaz de plantearte una semana próxima llena de oportunidades para crecer, para llegar mas lejos en tu afán de ser mejor –persona, amigo, profesional, cada uno que busque su meta–. En este mundo, las mentiras no crean dolor, tan solo el vacío de una nueva oportunidad; un gesto cómplice es capaz de crear toda una novela del más puro amor filial –o carnal–; y el temor a nuestras propias acciones no es más que una proyección pasajera que vislumbrar brevemente y olvidar si no nos gusta.

Y a veces sueño con que eres partícipe de ese mundo que propicias y que gustas de pintarlo conmigo.

Pero soñar no basta para convertir a real los deseos, me temo. Como si de una arcana fórmula se tratase, necesitamos una pizca de confianza en uno mismo como base, un deseo bien grande que dé sabor y voluntad, mucha voluntad para que salga sabroso. Cuando todo esté listo, podremos dar un épico banquete a aquellos que hayan sido merecedores de nuestro agradecimiento. Ese es, realmente, el fin de un gran banquete, dar las gracias a los demás.

Me cuesta escribir sin caer en la oscura e insondable cadena de metáforas que haga mas llevadero volcar mi contenido hacia afuera, y más tras tanto tiempo en el que no pongo orden, ni en mis valores ni en mis ideas. Destruí tanto, tiempo ha, que a día de hoy aún sigo echando de menos ideas, conceptos, personas... y que dudo que pueda recuperarlos de la forma en que quiero, siquiera pudiera de alguna. Pero caer en el abismo de espesa negrura es escribir de dentro hacia afuera, con el simple propósito de mostrar la luz a la oscuridad; mi pretensión con estas lineas, en cambio, es la contraria, arrojar la luz al foso de tinieblas para darle forma, escribir desde la perspectiva externa hacia un enfoque intimista en el que dar forma visible a los conceptos que revolotean en derredor.
No pretendía crear uno de esos textos que han de releerse, uno de los que vanagloriarme de mis sombras, y tan solo deseo que cada palabra, cada idea, cada ápice de consciencia encuentre su valor, su razón para ser y su propósito. No tiene sentido, sin embargo, explicarlos todos.

Te crees sol, pero te veo luna. Gracias por deslumbrarme.